¿Cuántas veces te has planteado si estás haciendo las cosas “bien” en las relaciones sexuales? ¿Alguna vez te has preguntado si podrías dar más de ti para satisfacer a tu pareja? O que por otro lado ¿Deberías aprender nuevas técnicas para poder alcanzar el máximo placer mutuo? ¿Sexo o ficción? ¿Es todo cierto lo que aparece en el cine y las películas eróticas?
Muchas son las dudas y creencias erróneas que plantean los medios sobre la sexualidad, ofreciendo en ocasiones modelos erróneos y fuentes de aprendizaje sesgadas que dificultan el desarrollo sano de las conductas sexuales.
A continuación explicamos 7 mitos que la creencia popular ha ido asentando en nuestro vademécum sobre las relaciones sexuales:
1) Para que la mujer sienta placer y tenga unas relaciones sexuales satisfactorias, debe existir penetración y orgasmo vaginal.
La relación sexual es mucho más amplia que solo la penetración. Los preliminares, las caricias forman parte de un amplio repertorio con el que poder estimular a tu pareja. El ambiente, el perfume, la calidez, la vestimenta también son variables que entran en juego en el encuentro íntimo para hacerlo lo más placentero posible. Además las mujeres pueden tener orgasmos tanto con la estimulación del clítoris como con penetración vaginal, siendo ambos igualmente satisfactorios para ellas.
2) Las poluciones nocturnas se producen debido a sueños eróticos en los que se mantienen relaciones sexuales.
Este mito tiene parte de razón en tanto que pueda ocurrir que se llegue al orgasmo en un sueño erótico. Sin embargo, la gran mayoría de veces la expulsión de semen nocturna, se debe a una acumulación de dicho fluido en las vesículas seminales que de forma natural se libera mientras se duerme.
3) La eyaculación y el orgasmo en el hombre son el mismo y único fenómeno.
La gran mayoría de las veces el orgasmo en el hombre suele ir asociado a la eyaculación, sin embargo, esto no tiene por qué ser siempre así.
La eyaculación en sí misma puede ser placentera. Se trata de una respuesta fisiológica focalizada que consiste en la expulsión del semén a través de la uretra. Sin embargo, la eyaculación y orgasmo no son el mismo fenómeno; a veces el varón presenta poluciones pero no alcanza esa explosión de sensaciones manifestadas por contracciones musculares involuntarias.
4) Las mujeres tienen una sexualidad más débil que los hombres.
La visión que se ha ofrecido en los medios de comunicación y en la pornografía online ha fomentado un modelo sesgado basado en el poder y la sumisión, donde el hombre puede satisfacer todas sus necesidades sexuales a cualquier precio y la mujer es un simple vehículo para que esto se consiga. Nada hay de cierto en esta visión reduccionista sobre las relaciones sexuales que nos impone la industria pornográfica, la mujer tiene una sexualidad igual de vigorosa que el hombre e incluso mayor, si hablamos de la variedad o duración de las respuestas sexuales que pueden experimentar.
5) Cada persona dispone de un número limitado de prácticas sexuales en su vida y cuando éstas experiencias se han agotado, la actividad sexual para esa persona se ha terminado.
La sexualidad termina cuando la vida termina, la sexualidad no es un videojuego en el que el protagonista se vaya quedando sin vidas hasta llegar al “game over”. El ser humano puede seguir disfrutando de su prácticas sexuales sea cual sea la edad que tenga, aunque es cierto que existe un declive a nivel físico que puede influir en las relaciones sexuales, en la senectud también se puede disfrutar adaptándose a las necesidades y capacidades de cada momento.
6) Hay un periodo absolutamente seguro para mantener relaciones sexuales durante el cual es imposible el embarazo.
Aunque cuando la mujer se encuentra durante los días de la menstruación la posibilidad de quedarse embarazada se reduce, una mujer puede menstruar y ovular irregularmente, y el esperma puede vivir hasta ocho días en el aparato reproductor de la mujer.
Esto significa que incluso si una mujer solo tiene contacto sexual durante su periodo menstrual, hay una posibilidad de que el esperma aún permanezca en su aparato reproductor una semana más tarde y fertilice un óvulo si la ovulación ocurriera en ese tiempo. De la misma forma el “coitus interruptus” tampoco es un método anticonceptivo fiable. No siempre se puede controlar la eyaculación al cien por cien y además el líquido preseminal que se expulsa en las primeras fases, puede contener una cantidad suficiente de espermatozoides para que se produzca la fecundación.
7) Hacer un “squirt” es sinónimo de alcanzar el culmen, el placer máximo de la eyaculación en la mujer.
Existe la creencia popular de que hacer un “squirt” (expulsión a chorro de masivas cantidades de líquido transparente, que se ha puesto tan de moda por la influencia del cine porno) tiene que ver con el máximo placer en la mujer. Sin embargo, durante el orgasmo femenino se pueden liberar tanto orina diluida con otras sustancias a través de la uretra, como fluidos a través de las glándulas de Skene. La expulsión de fluidos no es algo “típico” en el orgasmo femenino ni es necesario para alcanzarlo. También es conveniente diferenciar el squirting de la incontinencia urinaria durante el coito.
Por tanto, existirían dos tipos de eyaculación femenina. En primer lugar este “squirting” que es muy poco frecuente, el cual la mayoría de las mujeres no ha tenido nunca, aunque ciertos testimonios apuntan a que es producido tras una vigorosa estimulación del punto- G.
Sin embargo, la eyaculación más común en la mujer, que es la que pasa más desapercibida, se produce en el momento del orgasmo. La mayoría de las mujeres segregan una especie de líquido traslúcido-blanquecino, que a menudo suele quedarse en el interior del canal vaginal y confundirse con la lubricación propia de la excitación genital. Esta sería la eyaculación más similar a la del hombre en los órganos sexuales femeninos.
Alejandro Villena Moya.
Psicólogo General Sanitario.
Coordinador de la Unidad de Sexología Clínica y Salud Sexual.
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