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La pornografía es el material audiovisual, aunque también escrito, en el que aparece todo tipo prácticas sexuales de forma explícita y que pretende provocar la excitación de la persona que lo consume. En 1948, el Dr. Alfred Kinsey publicó un bestseller que sugería que toda la pornografía y los comportamientos sexuales debían ser normalizados y que la gente debía perseguir sus instintos sexuales, sin importar la edad. Los empresarios capitalizaron la idea y aparecieron las revistas.
Muchos se convencieron de que era bueno e inofensivo. En 1993 llegó internet y, como un gran tsunami, la pornografía inundó la red y una generación se sumergió en ella. En la actualidad, por primera vez en la historia, la pornografía explícita y violenta puede verse en cualquier lado y a cualquier hora.
Hoy en día, hombres, mujeres y niños se ven afectados por su omnipresencia y su expansión sin precedentes. Internet ha hecho que la pornografía sea más anónima, accesible y asequible que nunca, atrayendo a nuevos usuarios, aumentando el uso entre los aficionados ya existentes y catapultando a muchas personas hacia la compulsividad sexual. Los niños son expuestos a la pornografía a una edad más temprana y de maneras que perjudican profundamente su vida y su sexualidad. La edad media de exposición al consumo es a los 11 años. El 81% de las niños entre 13 y 18 piensan que ver pornografía es una conducta normal.
¿Realidad o ficción?
Existen 144 millones de plataformas que reciben 46 millones de visitas diarias, un número que supera al de Netflix, Twitter o Amazon. En 5 segundos, 3.500 personas ya han visitado Pornhub, uno de los portales pornográficos por excelencia. En total se estima que recibe durante un año 23 mil millones de visitas (más de 2 millones por hora).
Más que con la diversión, y mucho más que con las conexiones sexuales o emocionales, genera una forma de ser y configura una manera de relacionarte con los demás. En la pornografía, el sexo es un producto comercializado, carente de emoción, despejado de humanidad y, en esencia, una experiencia vacía. Y sobre todo, una humillación y degradación de la mujer.
Cada época tienes sus retos, actualmente una de las principales asignaturas pendientes es la de fomentar un desarrollo afectivo-sexual sano en nuestros jóvenes. La falta de información y la escasa formación al respecto marcan el camino a seguir. El elevado consumo de pornografía entre los adolescentes hace necesario el desarrollo de un pensamiento crítico, que les ayude a afrontar su vida y tener herramientas para gestionar el contenido sexual explícito.
Contenido reproducido de: https://emtic.educarex.es/283-emtic/innovaredcat/3250-tsunamipornografia
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