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Prostitución: ¿es el sexo un trabajo?


Hace unas semanas, en una charla distendida entre amigos, surgió un debate acerca de la prostitución. Muchos de los presentes se posicionaron a favor de una ley que regulase la prostitución, y muchos otros, se posicionaron en contra, promoviendo la prohibición y castigando al consumidor. Cada persona argumentó su postura como pudo, pero cuando volví a casa, me di cuenta de que nuestro conocimiento era escaso acerca de esa realidad.


Pongámonos en contexto. La prostitución hoy.


Actualmente, la prostitución en España no se encuentra regulada, es decir, no es legal, ni ilegal. Sin embargo, sí está sancionada la utilización de este servicio cuando se lleva a cabo en zonas de tránsito público que suponen un riesgo para la seguridad vial o en zonas próximas a espacios destinados a menores (colegios y parques, por ejemplo) (Gobierno de España, 2015). España encabeza la lista de países consumidores de prostitución (39%), le siguen Suiza (19 %), Austria (15%), Países Bajos (14%) y Suecia (13%) (Mulas, n.d.).


En 2016, se estimó que alrededor de 4,8 millones de personas fueron víctimas de explotación sexual forzosa en todo el mundo, donde las mujeres y las niñas representaron más del 99% del total de las víctimas. Además más de un millón de las víctimas de explotación sexual forzosa (21% del total) fueron niños. (Forzoso & Forzoso, 2017).


También se ha observado que el consumo de pornografía en adolescentes producía un aumento del riesgo de uso de prostitución en esta población. (Ballester-Brage & Orte-Socias, 2019).


Pero... ¿Cuál es el debate?


El debate se divide en dos posturas fundamentales. Hay quienes defienden el uso de la prostitución, bajo un paragüas de supuesta libertad, en la toma de decisiones de la persona que la ejerce. Por otro lado, hay quien insiste en la explotación, degradación, falta de libertad y coerción inherente al ejercicio de la profesión.


Tras la charla con mis amigos, fui consciente de que, posiblemente, no sería la única con esta duda y decidí preguntar a mi entorno más cercano.


Aquellos que se posicionaban a favor de regularla lo argumentaban de la siguiente manera (Llewellyn, 2013).


- Porque es la profesión más antigua del mundo e imposible de eliminar.

- Es un trabajo como cualquier otro, se ofrece un servicio y se cobra por él.

- Si se prohíbe, aumentaría el riesgo de ETS por la falta de protección.

- Habría menos trata.

- Hay personas que realmente quieren dedicarse a ello y que, con una buena regulación y condiciones dignas, es respetable.

- En el momento en el que regulas, ayudas a controlar lo que es injusto sin coartar la libertad de quienes quieren ejercer.


Por otro lado, aquellos que se posicionaban en contra, lo argumentaban de la siguiente manera (Llewellyn, 2013).


- Va en contra de la dignidad de las mujeres, de su autonomía y libertad. Es decir, en contra de todo principio ético.

- Cosifica a la persona.

- Las mujeres no son un producto.

- Se utiliza a la mujer como un medio para obtener un fin concreto. Es una persona, no un objeto.

- Denigra a la persona, la mayoría de las veces sin que esta tenga otra opción.


Probablemente, te hayas sentido identificado con alguna de estas opiniones e incluso puedes haberte visto dividido entre ambas posturas. Por mi parte, mi vena de psicóloga me hacía sentir responsable después de haber generado semejante debate, y me puse investigar acerca de este tema.



Un aspecto reseñable es que ambas posturas utilizan como argumento la implicación de la libertad o la falta de ella, en la persona que ejerce la prostitución. Muchos defienden la autonomía y la libertad de la persona para escoger su profesión, pero, ¿realmente estamos ante una persona que libremente ha escogido esta profesión de entre otras muchas opciones?


“Las mujeres son prostituidas porque son vulnerables como resultado de su pobreza, falta de opciones educativas, falta de oportunidades laborales y como resultado de daños físicos, sexuales y emocionales previos.” (Cho et al., 2012).


Entonces, ¿nos encontramos ante una persona libre o coaccionada?


Brenda Myers-Powell fue prostituta durante veinticinco años y a día de hoy dirige The Dreamcatcher Foundation que lucha para ayudar a las mujeres que se ven obligadas a ejercer la prostitución.


“Tratamos de superar ese lavado de cerebro que dice: “Has nacido para hacer esto, no hay nada más para ti”.”. (Myers-powell & Side, 2015)


“¿A cuántas personas animaría a que dejaran sus trabajos para convertirse en prostitutas? ¿Le diría a cualquiera de sus amigas cercanas o parientes femeninas: "Oye, ¿has pensado en esto? ¡Creo que sería una gran decisión para ti!” (Myers-powell & Side, 2015).


En cuanto a la trata, parecería lógico afirmar que, si se regulase la prostitución, la trata disminuiría. Sin embargo, según un estudio, en aquellos países donde la prostitución está regulada, se ha experimentado un aumento en el tráfico de personas (Cho et al., 2012).


Por otro lado, uno de los argumentos que presentan los hombres consumidores de prostitución es que consideran que la prostitución reduce la probabilidad de cometer una violación. Sin embargo, en Dinamarca la prostitución está legalizada y se ha encontrado que es uno de los países de Europa con más violencia sexual.


Creo que llegados a este punto es necesario responder a la siguiente pregunta: ¿quiénes son los hombres consumidores de prostitución?


En un estudio realizado en 2017 se comparó a hombres consumidores de prostitución y a hombres no consumidores de prostitución. Dicho estudio recogió que los hombres que consumían prostitución serían más propensos a cometer una violación si tuvieran la garantía de salir impunes. De entre los motivos por los cuales un hombre consumiría prostitución un 37% de los hombres consumidores afirmaba que una vez pagas por un servicio, la prostituta ha de satisfacer las peticiones del comprador cosa que no ocurre con una pareja sentimental.


Si mi novia no quiere tener sexo anal conmigo, yo sé quién querrá”. (Farley et al., 2017)


De entre los resultados obtenidos, se encontró que los hombres consumidores tuvieron más tendencia a observar baja autoestima, disociación y consumo de tóxicos en mujeres que se prostituyen.


“Es como si ellas no estuvieran realmente presentes”.

(Farley et al., 2017)


A pesar de todo, es cierto que una de las causas por las que la prostitución sigue existiendo a día de hoy es que sigue habiendo consumidores. Quizás la intervención más eficaz debería estar enfocada a prevenir el consumo de prostitución. En esta misma investigación se indagó acerca de qué motivos harían que un consumidor habitual dejara de serlo.


Para los hombres consumidores, cualquier cantidad de tiempo en la cárcel disuadiría a un 22%; varias horas a un 34%, 3 días disuadiría a un 71%, 3 semanas disuadiría a un 83% y un mes disuadiría a un 100%.” (Farley et al., 2017).



Al hablar de la prostitución como un trabajo, estamos reduciendo el sexo a un acto puramente físico en el que una persona utiliza a la otra como un medio para obtener placer. El ser humano es una unidad que integra las dimensiones bio-psico-socio-espiritual, esto implica que lo biológico no se puede separar de las demás dimensiones. Es decir, lo que ocurre en una de ellas afecta irremediablemente a las demás.


"Donde pongo en juego el cuerpo, pongo toda mi persona".


En la prostitución reducimos a la persona a su dimensión biológica, un mero vehículo fisiólogico de satisfación química, por lo que no es inusual encontrarnos con síntomas disociativos en las personas que la ejercen.


El dilema continúa, pero ahora es tarea del lector la de responder a algunas preguntas.


Prostitución: ¿es el sexo un trabajo? ¿es realmente libre la personas que ejerce la prostitución? ¿nos hace la prostitución más libres? ¿es saludable la prostitución? ¿qué harías si tuvieras un familiar o un ser querido que se quiere iniciar en la prostitución? ¿puede ser la persona un bien de consumo sexual?


Ana María Alameda Pita da Veiga.

Psicóloga.

Grupo de Trabajo e Investigación en Sexualidad.

Consulta Dr. Carlos Chiclana.


Referencias bibliográficas:

Ballester-Brage, L., & Orte-Socias, C. (2019). Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales. In Octaedro (Vol. 2, Issue April). https://cdn.20m.es/adj/2019/06/10/4007.pdf

Cho, S.-Y., Dreher, A., & Neumayer, E. (2012). Does Legalized Prostitution Increase Human Trafficking? SSRN Electronic Journal, 41(1), 67–82. https://doi.org/10.2139/ssrn.1986065

Farley, M., Golding, J. M., Matthews, E. S., Malamuth, N. M., & Jarrett, L. (2017). Comparing Sex Buyers With Men Who Do Not Buy Sex: New Data on Prostitution and Trafficking. Journal of Interpersonal Violence, 32(23), 3601–3625. https://doi.org/10.1177/0886260515600874

Forzoso, T., & Forzoso, Y. M. (2017). Estimaciones mundiales sobre la esclavitud moderna. 74. https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@dgreports/@dcomm/documents/publication/wcms_651915.pdf

Gobierno de España. (2015). Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana. Boletín Oficial Del Estado, 77, 31 de març, 27.216-27.243. https://boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2015-3442

Llewellyn, K. (2013). Speaking Of. Hecate, 11(2), 57. https://prostitutionresearch.com/speaking-of-prostitution/

Mulas, N. S. (n.d.). Con Fines De. https://apramp.org/download/la-trata-con-fines-de-explotacion-sexual/

Myers-powell, B., & Side, W. (2015). My 25 years as a prostitute. June. http://www.bbc.com/news/magazine-33113238


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