
A continuación, se reproduce el artículo publicado en La Razón que extrae argumentos del psicólogo Alejandro Villena, autor del libro “¿POR qué NO? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía” (Editorial Alienta).
Cuando los menores acceden a las pantallas, entran diversos peligros a su vida, entre ellos la adicción a la pornografía, a una edad en la que su cerebro no está preparado para ver escenas de contenido sexual.
Según Alejandro Villena, un estudio realizado en Valencia a 150 adolescentes puso de manifiesto que el 97% de los hombres y el 80% de las mujeres ha consumido contenido pornográfico a los 16 años. Y que lo más preocupante es que la cifra de acceso de forma “accidental” se ha multiplicado pasando del 30% en 2019 al 70% en 2023. En este sentido, Villena asegura que, en gran parte, la pandemia aceleró la problemática, pero que no hay que perder de vista que la industria del sexo mercantiliza un producto y va generando algoritmos más perfectos, de tal forma que capta a cada vez a más personas.
Según el psicólogo, un adolescente que ve porno, primero puede sentir rechazo, miedo o vergüenza, y al mismo tiempo también experimentar excitación: “Intuye que es algo malo, pero le gusta, y a medida que va consumiendo más porno, puede ir deteriorando su desarrollo afectivo normal. Sencillamente su mente no está preparada para ver ese contenido. Empieza a empiezan a aislarse, a emplear un lenguaje más sexista, baja su rendimiento académico o actitudes que infravaloran a las mujeres. Y, muchas veces es una adicción silenciosa. Va construyendo en su imaginario una visión distorsionada de la mujer y de la sexualidad, con creencias misóginas y agresivas, normalizando escenas de dominio, falta de consentimiento, violaciones o incesto".
Ante esta problemática, Alejandro Villena recuerda la importancia de que los padres traten el tema en casa y eduquen en la sensibilidad, a decir no, a poner límites. “Aunque sea un tema que pueda ser complicado de abordar para los padres o nos dé cierto pudor ya no hay excusas: hay que tratar el tema porque eres tú o la pornografía. Merece la pena adelantarse porque inviertes en prevención. Otras generaciones antes tuvieron otros retos; el nuestro claramente es el de las pantallas”.
Además, Villena asegura que hay ciertos rasgos de un niño asociados a una mayor predisposición al consumo, entre ellos, aquellos que padecen trastornos de déficit de atención, falta de habilidades sociales o aquellos que presentan falta de control de impulsos. En todos los casos, insiste en lo peligroso de la adicción sea cual sea el perfil del menor. Además, advierte el deterioro cognitivo que puede causar. A mayor consumo se altera la atención a tareas, la memoria de trabajo, el control de impulsos, es decir, áreas que están en la corteza prefrontal.
Por último, el psicólogo también aborda el problema de “erotizar lo violento”. "En las mujeres, a mayor consumo de contenido pornográfico, mayor probabilidad de ser víctima de maltrato o violencia sexual, puesto que ellas estarían interiorizando que eso que ven en las imágenes es lo normal y, por tanto, es lo que se debe permitir o esperar de los varones. Y, en el caso de los hombres, a mayor consumo, más probabilidad de desarrollarse en alguien violento, agresor con conductas coercitivas y que incorpora la cultura de la violación: con los típicos “ella lo merecía, iba buscando, provocando”.
Con el avance tecnológico, es importante ser conscientes de esta problemática y de las implicancias que tiene el acceso a las pantallas para los niños y adolescentes. Disponerse a hablar de este tema en familia, acompañar y supervisar el contenido digital, educar en la sensibilidad y definir límites claros, son formas cómo afrontar este problema. Además, es necesario seguir investigando sobre el impacto de la pornografía en la vida de las personas, de las parejas, y de los menores que se encuentran con la posibilidad de acceder a ella.
Alejandro Villena Moya
Psicólogo y Sexólogo
Autor del libro ¿POR qué NO?
Coordinador Unidad de Sexología Clínica
Consulta Dr. Carlos Chiclana.
Comments